domingo, 5 de enero de 2014

Noche de Reyes

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Esta noche es la Noche de Reyes. Una noche especial. Y por primera vez en los últimos diez años, pasaré esta noche en casa. No me iré a dormir, extenuado, tras cinco o seis horas de dar vueltas por Sant Cugat. No me acostaré habiendo cenado un par de trozos de pizza a domicilio y con el frío calado hasta los huesos. No me dejaré caer agotado en la cama mientras mi mujer me pregunta "¿Qué tal, como ha ido?", ni le responderé un "mañana te cuento, no puedo ni con mi alma". Esta noche es la Noche de Reyes, y por primera vez en los últimos diez años pasaré esta noche en casa. Eso sí, me faltará algo. Algo importante, grande, eterno. Me faltarán sus sonrisas. Me faltará un pedacito de alma. Por primera vez en los últimos diez años, esta noche no me pintaré la cara, ni me pondré una falsa barba, ni haré de conductor, ni empaquetaré regalos, ni repartiré caramelos... Por primera vez en los últimos diez años no disfrutaré de la compañía de un montón de gente que se desvive por ayudar a los demás, que invierte su tiempo, su dinero y un pedazo de sus vidas en lograr arrancar la sonrisa de unos cuantos niños... Por primera vez en los últimos diez años no saldré a repartir regalos a quienes más se lo merecen y menos tienen. Debo darle las gracias de ello a un intolerante que no entiende que el amor tiene muchas caras, y que si hay algo pecaminoso en este mundo es la falta de ese mismo amor. Un fanático digno de tiempos pretéritos que ha roto en pedazos uno de los grupos de jóvenes más solidarios, generosos, amables y abiertos que he conocido. Gente que en vez de salir de fiesta por ahí, dedicaba esta noche, gran parte de sus vacaciones y muchas horas de su vida a conseguir la sonrisa de muchos niños. A toda esa gente, muchas gracias por haberme permitido compartir con vosotros todas estas noches de Reyes. Al fanático intolerante, supongo que estarás orgulloso. Tus preciosos principios venidos desde más allá de este mundo siguen intactos. Me das pena, mucha pena. No has entendido qué el mensaje que dices que defiendes es un mensaje de amor y que el amor es lo realmente eterno. Gracias, fanático intolerante de mis entretelas, por robarme una noche de trabajo y agotamiento, pero también la noche más maravillosa del año, la noche en que el trabajo de todo un año se veía recompensado por algo por lo que pienso seguir luchando... Por la sonrisa de un niño.

Pero no te preocupes, los que me conocen saben que si de algo no me canso nunca es de luchar por aquello en lo que creo. El segundo asalto empieza hoy. Y volveré a conseguir ver esas sonrisas, te lo aseguro, querido fanático intolerante.

lunes, 9 de abril de 2012

Semana Santa

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Último día de vacaciones de Semana Santa. Tengo sensaciones contradictorias, encontradas. Por un lado la sensación de que no he aprovechado el tiempo,que podría haber hecho muchas más cosas. Especialmente faena del cole. Por otro, la necesidad imperiosa que sentía de desconectar completamente, de quitarme de encima la tensión, el stress (distress, para ser más correctos). Desde la muerte de mi madre (pasado mañana hará dos meses) he tenido la sensación de ir con el agua al cuello, de estar agotado, física, mental y emocionalmente. No ha ido mal, tengo ganas de volver a clase y de pelearme de nuevo con los bichos, pero creo que en un par de semanas, volveré a estar de nuevo roto. Pero este tercer trimestre me ofrece oportunidades interesantes. Por un lado, pierdo el puente del 1 de mayo, pero a cambio arranco con un nuevo proyecto en Gales que puede ser muy motivador. Por otro, he tenido una idea para una campaña de Aquelarre que me apetece llevar adelante... aunque lo más probable es que también muera en sus inicios. Para acabar, sigo dándole vueltas al Pupitre Vacío...

Si es que me lío sin pensar, y luego pasa lo que pasa.

Replanteamiento

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Ya hace un tiempo que ando dándole vueltas a qué hacer con el blog. Soy irregular escribiendo, por decirlo de forma suave. Creo que es un ejercicio que necesito poner en marcha más a menudo, pero acostumbra a pasarme con casi todo aquello en lo que me embarco: Me animo, arranco con muchos ánimos, pero al cabo de un tiempo, pasada la novedad, me desinflo y empiezo a dejarlo de lado por otro nuevo proyecto... Esta vez tengo la firma intención de escribir al menos una vez a la semana, aunque solo sea para decir: Nada de particular esta semana. A ver en qué queda todo esta vez...

martes, 13 de marzo de 2012

KONY 2012

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miércoles, 16 de febrero de 2011

Hooligans

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El entrenador, aprovechando un tiempo muerto aconseja a sus chicos que intenten aislarse del ambiente. La situación está tensa, se crispa, los gritos desde la grada se suceden, aumentando en intensidad y agresividad a medida que avanza el partido. Cruza una mirada cómplice con el árbitro que parece decirle a su vez: "¿Y yo qué quieres que haga?". Alguno de los jugadores se remueve, especialmente inquieto. Mira preocupado a la grada y se muerde el labio inferior. No consigue concentrarse en el partido. Alguna de las cosas que han llegado a oír le ha dolido, le ha hecho sentir vergüenza ajena. El entrenador se da cuenta e intenta calmar a sus chicos, pero es difícil, es muy difícil. Al fin y al cabo, sólo tienen ocho años y esos espectadores son sus padres...

En ocasiones, los padres parecemos olvidar que la práctica del deporte escolar es, ante todo, una experiencia formativa y nos dejamos arrastrar por nuestra pasión por el deporte. Arrastrados por nuestra pasión, por nuestro deseo de ver el triunfo de nuestros hijos e hijas, gritamos, nos quejamos al árbitro, señalamos la mala actitud del equipo rival y hasta llegamos a caer en el insulto o el lenguaje que sin duda prohibiríamos terminantemente a nuestros retoños. Desoímos los consejos del entrenador del equipo, de los profesores del colegio y hasta en ocasiones las súplicas de nuestro propio hijo.

El deporte escolar no es la LFP ni la ACB. Su objetivo principal no es demostrar qué equipo es el mejor ni cuáles son los jugadores más destacados. No consiste en ganar y conseguir un trofeo, sea cómo sea. El deporte escolar consiste, como cualquier otra actividad que se da en el entorno de  la escuela, en educar, en dotar de valores, de contenido, de experiencias formativas y de oportunidades de desarrollo personal y grupal unos instantes en la vida de un grupo de chicos y chicas. Y a veces parecemos olvidarlo. A veces, nos quitamos nuestro atuendo de padres y nos ponemos el disfraz de hooligans, de fanáticos. Y con ello, no les ayudamos, no les animamos. Al contrario. Sólo hacemos que aumentar la presión, la angustia, la inseguridad en nuestros hijos. Cuando les gritamos instrucciones, cuando les reprochamos su error al tirar a canasta, cuando les insistimos cómo han de jugar o a qué contrario deben cubrir, les demostramos que, diga lo que diga su entrenador, no estamos allí para divertirnos. No hemos ido una mañana de sábado a que practiquen un deporte con sus amigos. Queremos GANAR. Así, en mayúsculas. Nos proyectamos en ellos y nos sentimos partícipes de sus victorias y frustrados por sus derrotas

¿No sería mejor que nos vieran aplaudir también los goles del equipo contrario? ¿No les enseñaríamos más insistiendo que eviten las faltas? ¿No les demostraríamos mejor nuestro cariño con un abrazo que con un grito? No podemos decirles que deben respetar al entrenador y despotricar de las decisiones de éste al mismo tiempo. Eso no tiene ningún sentido, y ellos lo saben. Quizás nos haga falta ser un poquito más humildes, ponernos de rodillas e intentar ver el mundo desde su altura. Quizás así comprendamos que ellos, simplemente, solo quieren jugar un rato...
 

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